«Tiene todos los elementos del autoritarismo fascista»: Dora Barrancos denunció la agenda retrógrada de Milei

El pasado 8 de marzo, las calles de todo el mundo volvieron a ser un escenario de lucha, resistencia y potencia transfeminista. Miles de mujeres y disidencias alzaron sus voces para reclamar por sus derechos, en un contexto político y social que cada vez se vuelve más hostil hacia las conquistas alcanzadas.

Dora Barrancos, reconocida investigadora y educadora, fue una de las voces que se alzó para analizar el momento actual, denunciando al gobierno de Javier Milei como un régimen «neofascista» que avanza con una agenda retrógrada y autoritaria.

En una entrevista con Tripulantes de la Mañana, por FM Nuestras Voces, Barrancos no dudó en calificar al gobierno nacional como un exponente del autoritarismo fascista, destacando que «tiene todos los elementos del autoritarismo fascista, todo el elemento que consagra una ideología muy retroactiva». Estas palabras no son casuales: el gobierno de Milei ha demostrado, desde su llegada al poder, una clara intención de desmantelar las políticas de género y atacar los derechos de las mujeres y las disidencias.

Barrancos recordó que el actual gobierno «hizo programa contra la ideología de género», algo que no se había visto en las últimas décadas con tanta claridad. «Antes había posiciones antitransfeministas muy misóginas, pero no se habían animado a un programa. Hoy todas las ultraderechas del mundo tienen un programa antifeminista, contra la ideología de género y reivindicativo del patriarcado», explicó. Este programa, según la investigadora, no solo busca retroceder en los avances logrados, sino que también está acompañado de un discurso de odio hacia «la otredad», hacia todo aquello que es distinto.

El gobierno de Milei no solo representa un retroceso en términos de políticas de género, sino que también encarna una ideología que busca naturalizar la desigualdad y reforzar las estructuras patriarcales. Desde la eliminación de ministerios clave hasta el discurso público que ridiculiza y deslegitima las luchas transfeministas, el mensaje es claro: para este gobierno, los derechos de las mujeres y las disidencias no son una prioridad, sino un obstáculo para su proyecto político.

Pero, como bien señaló Barrancos, el 8 de marzo demostró que el transfeminismo no se detiene. «Estoy muy feliz de haber visto toda esa potencia de nuevo ocupando las calles», expresó, refiriéndose a la masiva movilización que tuvo lugar en todo el país. Esa potencia, esa energía colectiva, es la que sigue resistiendo frente a un gobierno que busca imponer una agenda regresiva y autoritaria.